El desconocimiento de estos fenómenos y la no acción de los usuarios afectados, tiene como efecto la proliferación de fallas, pérdidas y daños al bolsillo del consumidor, situación que seguirá en aumento por la proliferación de equipos electrónicos en todos los ámbitos de la sociedad –rumbo a la automatización que requiere este tipo de equipos–. El concepto de
calidad de la energía es un tema de vital importancia tanto para el productor-distribuidor, como para el consumidor (que somos todos), por lo cual representa un serio problema que el mercado de energía eléctrica no haya sido debidamente regulado; pues, aunque hoy día hay algunas recomendaciones para corregir esta situación mediante acciones legales y organizacionales, sigue siendo importante remarcar que cualquier propuesta debe estar bien fundamentada y basada en experiencias internacionales como las que han derivado en el establecimiento de las normas de la Comisión Electrónica Internacional (IEC, por sus siglas en inglés), así como las del Instituto de Ingenieros en Electricidad y Electrónica (IEEE, por sus siglas en inglés) las cuales, sin duda, serían muy útiles como punto de partida para cualquier actividad técnica.
Por último, la
calidad de la energía es responsabilidad, en primer lugar, de la empresa que la suministra, cuyos directivos son los encargados de la administración del servicio y, por tanto, de la calidad del mismo. Sin embargo, por el efecto que se tiene en los consumidores y por ser éstos quienes tienen una incidencia prioritaria en la contaminación de la red, resultan también responsables.
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