No precisamente. El ingeniero Neri Vela es egresado de la UNAM con maestría en Sistemas de Telecomunicación por la Universidad de Essex, y doctorado en Radiación Electromagnética por la Universidad de Birmingham, Reino Unido, en 1979, y ha sido colaborador de la NASA y de la
Agencia Espacial Europea (1990). Ahora lleva a cabo la tarea de replantear su propio tiempo, después de haberse retirado como docente universitario. Su propósito personal de trabajo se enfoca a nuevos proyectos editoriales: más conferencias sobre el estado actual de la investigación espacial para motivar al público mexicano, lo que implica recorrer la república mexicana, así como regresar a los medios de comunicación y, principalmente, a otra de sus grandes preocupaciones: impulsar la creación de una
Agencia Espacial Mexicana.
¿Por qué en México no hubo continuidad en la investigación espacial?
“Durante varios años insistí en la necesidad de una agencia para activar la investigación, aprovechando las excelentes relaciones que teníamos con la NASA, pero no hubo respuesta, por la escasez de recursos, y el resultado fue una apatía generalizada. Entonces mi estrategia fue hacer divulgación de la ciencia, seguir con la investigación y la docencia en la Universidad, escribir libros de texto universitarios y colaborar fuertemente con el
Conacyt. Uno de mis retos actuales es continuar el cabildeo con las instancias involucradas en la probable creación de la agencia, la cual debería asentarse en una ciudad que cuente con un cinturón académico, con desarrollo industrial y buenas comunicaciones; además, deberá estar regida por un consejo académico con integrantes de todo el país,
UNAM,
Conacyt,
IPN y academias científicas”, dice Neri Vela con entusiasmo.
“Al parecer, la invitación que en 1985 hizo la NASA al gobierno mexicano –entonces presidido por Miguel de la Madrid– fue un tanto inesperada. Resultó que la mayoría de los concursantes que cumplían con los requisitos para convertirse en astronautas provenían de una sola institución: la UNAM. Otra forma que los mexicanos tuvieron de participar fue a través de una convocatoria rápida para inscribir experimentos sencillos para realizarse en este viaje; únicamente se realizaron cuatro. Otro hecho importante que no puede olvidarse es que el transbordador Atlantis tuvo la misión de poner en órbita un satélite nuestro, el Morelos II”.
Sin embargo, al analizar los hechos después de estos 25 años, la conclusión de Neri Vela es que faltó cohesión y apoyo dentro del gremio académico. Actitud que debe corregirse para salir de nuestro atraso.
Por fortuna, el Conacyt fue una institución que desde el inicio lo buscó para invitarlo a proyectos editoriales y a difundir la experiencia espacial. Fue la revista
Ciencia y Desarrollo1 una de las primeras en publicar los resultados de los experimentos: “Transporte de nutrientes en plantas en condiciones de microgravidez”; “Germinación de semillas en la microgravedad”; “Crecimiento y reproducción de bacteriófagos” y “Electropuntura”. Asimismo, las 485 imágenes del territorio nacional captadas por el especialista desde el espacio sirvieron para investigaciones tanto de la Facultad de Ingeniería de la UNAM como para proyectos de la Comisión Federal de Electricidad.
En realidad, el regreso a la Tierra tuvo un sabor agridulce para Neri Vela, ya que debido a la difícil situación económica en México, no recibió ningún estímulo económico en ese momento ni después, ni siquiera como el que se ofrece a los medallistas olímpicos que dan buenos resultados a nivel internacional y ponen en alto el nombre de nuestro país.