Ésta es conocida también como fobia social y es una de las condiciones que más incapacitan a quienes la padecen. Forma parte del grupo de los trastornos por ansiedad y ocupa el primer lugar entre éstos por la elevada prevalencia de casos y su casi nula remisión, situación que las propias características de la enfermedad impide, puesto que en general, estos pacientes no acuden a buscar un tratamiento. Los principales indicadores que la caracterizan son
(tabla 1): miedo excesivo a hacer el ridículo, a ser criticado, a que se hagan comentarios negativos con respecto a su persona; hay una autopercepción exagerada de las respuestas vegetativas del cuerpo (enrojecimiento facial, sudoración de manos y cabeza, temblor, sequedad de boca, aumento de la frecuencia cardiaca, bloqueo del flujo del pensamiento, etcétera). La persona, literalmente, tiene una predicción que se cumple: “¡Voy hacer el ridículo!”.