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Mayo-junio 2011
Hélix
El lector científico JUAN NEPOTE
Elogio de los espejos
El lector científico
Ilustración: Esmeralda Tavón Ávalos

"Los espejos [asegura Mark Pendergrast, autor de una muy completa Historia de los espejos] nos han servido tanto para revelar la realidad como para ocultarla".
Porque están presentes en todo lugar, mucho más cercanos de lo que solemos darnos cuenta, los espejos ya casi nunca nos sorprenden.

Colgados en la pared o encerrados en el interior de una bolsa, pequeños o grandes, circulares o rectangulares, nos dejamos engañar y confiamos en la imagen que reflejan. Pero si medimos la longitud de nuestro rostro directamente sobre la superficie de un espejo plano, nos daremos cuenta de que equivale a la mitad exacta de lo largo que realmente es nuestro rostro. Además, los espejos invierten el sentido de las cosas: la mano derecha que saluda en el espejo en realidad es la mano izquierda, pero no sucede lo mismo con la ubicación superior e inferior de los reflejos; siempre nos vemos con la cabeza arriba y los pies abajo.

"Los espejos [asegura Mark Pendergrast, autor de una muy completa Historia de los espejos] nos han servido tanto para revelar la realidad como para ocultarla". Desde los primeros homínidos que fueron conscientes de que aquella misteriosa imagen reflejada sobre la superficie de los ríos y los lagos no era otra cosa que una versión de ellos mismos, hasta la construcción de los más enmarañados telescopios con materiales vitrocerámicos para estudiar cada detalle del Universo, los espejos siempre nos han acompañado.

 

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