Ciencia y Desarrollo
Julio-agosto 2011 Inicio Ligas de interés Artículos de interés Suscripciones
Cada mes
Editorial
Ciencia en México
Ciencia en el mundo
Entrevista
La ciencia y sus rivales
Tecnoinformación
Centros Conacyt
Actualidades
Reportaje
Testigos de una historia
Productos de la ciencia
Reseñas
Portada
Julio-agosto 2011
Hélix
 Testigos de una historia

DR. JOSÉ GERSTL VALENZUELA

Conacyt: expectativas cumplidas
 Testigos de una historia

El doctor José Gerstl Valenzuela fue Director General del Conacyt en 1988. Estudió ingeniería en comunicaciones y electrónica en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME-IPN), y su doctorado en el Instituto Real de Tecnología, en Estocolmo. Fue director técnico de Telmex, así como director general del IPN, del Conalep y del Conacyt. Ha recibido condecoraciones de la República Federal de Alemania, Yugoslavia e Italia; además, ha publicado diversos artículos sobre teoría de tráfico, ingeniería, comunicaciones y métodos de planeación por computadora.

Trabajaba en el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), cuando el Presidente Miguel de la Madrid me llamó para indicarme que sería transferido al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y, como resultado de tal nombramiento, asumí la Dirección General del Consejo en 1988.

Mis objetivos debieron ser de corto plazo, pues encontré al Conacyt trabajando, y mi gestión sería breve.

Yo estaba muy consciente de esa circunstancia, lo que hacía aconsejable no intentar revolucionar drásticamente nada.

El Conacyt fue concebido como un Consejo funcional, expedito y dependiente, en forma directa, del Poder Ejecutivo. Era y es un organismo global y, como tal, debe fomentar la gestión de proyectos en el amplísimo campo científico y tecnológico. El Consejo es, además, una entidad para la administración de presupuesto, ya que, como es bien sabido, no es su función realizar investigación, sino fomentar el desarrollo científico y tecnológico, así como orientar los recursos hacia la búsqueda de soluciones para las necesidades más apremiantes en sus temas naturales: la ciencia y la tecnología que se producen en el país. Por ello, al frente de la institución, se requiere una persona que tenga cultura científica, ya que de esa manera se garantiza la perfecta comprensión del titular en cuanto a los procesos fundamentales que, por su naturaleza, le corresponde atender.

Desarrollo del pensamiento científico
La organización del Consejo permite llevar a cabo numerosos objetivos, y sus correspondientes actividades, dentro de los cuales se encuentra, por ejemplo, el fomento al desarrollo del pensamiento científico y tecnológico desde edades tempranas, con la finalidad de que, más adelante, los niños convertidos en jóvenes puedan tomar decisiones informadas y formadas respecto a su desarrollo profesional. Durante mi gestión, en el Conacyt se organizaba una gran cantidad de actividades en tal sentido, lo que en nuestro país, en ese tiempo, no gozaba de reconocimiento social porque los resultados de la investigación no eran visibles en la vida cotidiana ni en muchos negocios y aún hoy persiste, si bien en menor medida, tal situación. Se podría afirmar que, hasta hace 50 años, en México se estudiaba para cumplir con la obtención de un título profesional, con el fin de alcanzar un estatus social que permitiera ocupar ciertos cargos; hecho que, afortunadamente, está cambiando, lo cual resulta muy oportuno y conveniente, pues ahora necesitamos entrar a la sociedad del conocimiento.

Conacyt y la comunidad científica
Digamos que cada científico buscadesarrollar sus propios proyectos en su área de interés profesional, por lo que la relación con la comunidad científica no resulta fácil, pues los recursos son limitados, y no es posible destinar apoyos a todas las propuestas, a pesar del valor de muchas de ellas. La organización por comités para seleccionar de manera rigurosa los proyectos a los que se otorga respaldo ofrece un margen de certeza sobre la evaluación a la comunidad científica, pero no resuelve la permanente falta presupuesto para los proyectos de investigación científica o tecnológica.

No es agradable decirlo, pero, en general, considero que no van a cubrirse las expectativas de los científicos, principalmente, debido a cuestiones presupuestales; pero aquí lo importante es que, al menos en 1988, dentro de la capacidad financiera del Consejo, se le daba apoyo al mayor número posible de proyectos.

Voluntad política para impulsar la ciencia y la tecnología
La política científica que se aplicó en Conacyt, durante mi gestión, se basó en el Plan Nacional de Desarrollo, que planteaba fomentar el desarrollo tecnológico propio y, dar continuidad al apoyo en materia de investigación científica; para ello, se necesita un mecanismo pertinente capaz de permitir apropiarse del conocimiento que se está generando constantemente en el mundo, y nosotros, afortunadamente, tenemos el aparato adecuado, que se ofrece a través del Consejo con el fin de reproducir ese conocimiento y/o aplicarlo en diversos sectores de la vida; sea la sociedad, la industria y el ámbito académico.

Ahora bien, México cuenta con un presupuesto abocado al impulso de la ciencia y la tecnología muy pequeño respecto del Producto Interno Bruto; por ello, lo ideal sería, en una primera instancia, determinar de qué manera podemos satisfacer adecuadamente las necesidades inmediatas de nuestro país y qué recursos requerimos para satisfacerlas; así, entonces, podremos determinar el presupuesto que se requiere para lograr este objetivo, pero no al revés.Por otro lado, en nuestro país, desafortunadamente, la participación del sector privado en el desarrollo de la ciencia y la tecnología propias es muy escasa, pues la tendencia que ya se ha impuesto es que la industria compre tecnología desarrollada en otros países. Y la cuestión es que las industrias y los proyectos de investigación y desarrollo nacionales deberían estar íntimamente ligados a nuestras necesidades, lo cual no ha ocurrido, aunque, sin la menor duda, existe la necesidad imperiosa de encontrar la forma más adecuada para crear tecnología propia, disminuyendo así las importaciones.

La comunidad científica está haciendo su parte en este sentido, pero el Conacyt debe favorecer el apoyo a proyectos de interés tanto para los científicos como para las industrias. El gobierno, por su parte, está indefectiblemente obligado a adoptar una visión social de ayuda hacia la gente que está más necesitada, pero sin demagogias; es necesario que conduzca y se guíe con fuerza en busca de tal objetivo.

Honor a quien honor merece
El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) ha cumplido con su función. Es un magnífico programa que hace justicia y reconoce la labor de los investigadores mexicanos; no obstante, yo siempre me opuse a que, después de unos años, cuando la gente deja de producir, lo eliminen del SNI; francamente, pienso que cortarle los suministros es una aberración. Tenemos que trabajar más como país para que haya suficiente presupuesto destinado al SNI. También es preciso generar nuevas plazas, pues el mismo sistema lo demanda; La comunidad del SNI es muy pequeña respecto a la población del país.

Movilidad de talentos
Para bien o para mal, la fuga de cerebros forma parte de la globalización. Podemos beneficiarnos de la movilidad de nuestros científicos haciendo redes de colaboración; esto se ha vuelto muy común; de hecho, mucho más de lo que pensamos, porque la globalización no se puede detener. Hay que acomodarse al nuevo orden de cosas del mundo, con mayor oferta de trabajo y de proyectos, para que las personas que se dedican a la investigación y al desarrollo de ciencia y tecnología encuentren en su propio país los proyectos y desafíos que buscan para desarrollarse profesionalmente, lo que es imperativo, particularmente en la actualidad, ya que es una obligación ingresar a la sociedad del conocimiento.

Es evidente que los exbecarios del Consejo son un éxito en el extranjero; muchos de ellos son ya personas desarrolladas, y calificadas, por lo que el hecho de no recuperarlos resulta una gran pérdida… nosotros deberíamos usufructuar la capacitación que han logrado dentro y fuera, con lo que aprovecharíamos los mejores años de vida productiva de nuestros becarios. Por otro lado, hablamos de científicos que ya se han desarrollado en México, y el costo de su preparación académica ha sido absorbido por los mexicanos. Sería muy conveniente que los beneficios de su labor y su conocimiento retornasen a los mexicanos.

Hacia el futuro
Uno de los retos más importantes que enfrenta el Conacyt es el de identificar proyectos nacionales que nos hagan la vida más fácil; pero también que nos impulse para llegar a ser autosuficientes y, sin duda alguna, el Consejo tiene la capacidad para ello. Muchos de estos proyectos pueden ser realmente importantes e impulsores de un significativo desarrollo, siempre y cuando se cuente con un objetivo a largo plazo.

El Conacyt ha cumplido las expectativas de la ciencia mexicana. Por supuesto que siempre podrá mejorar y reorganizarse, pero su labor ha funcionado. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es una institución muy importante para el país, cuya creación era indispensable hace cuarenta años, tanto como su permanencia en el presente.

Ediciones anteriores Para publicar