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Los esfuerzos por crear una cultura científica en la sociedad mexicana seguramente podrán ser muchos y muy variados; sin embargo, convendría comenzar ya desde las mismas instituciones encargadas de realizar la investigación científica en el país, porque la ignorancia científica en la denominada Era o Economía del Conocimiento, podría tener un costo muy elevado, tanto en forma individual como en la nación. |
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Constantemente, en seminarios, congresos o conferencias abocados al análisis de la situación de la ciencia y tecnología en la sociedad mexicana, escuchamos disertaciones sobre el papel y la importancia de los periodistas y divulgadores en la creación de una cultura científica en el país.
En dichos foros se suele recurrir a periodistas, divulgadores, legisladores y/o funcionarios públicos encargados de alguna dependencia científica o universidad, para abordar esta situación y proponer mecanismos y estrategias cuyo fin sea el interés por la ciencia y la tecnología a una mayor parte de la sociedad. Sin embargo, la participación de los responsables de las oficinas de Comunicación Social o Difusión de las universidades y centros de investigación suele ser muy limitada, lo que constituye una omisión importante, sobre todo si se toma en cuenta que un gran porcentaje de la noticias, que a diario son publicadas en los periódicos o se transmiten por radio, televisión o Internet, provienen de esas áreas institucionales.
El estudio “Fuente de información y credibilidad periodística”, realizado por la Universidad Complutense de Madrid, revela que, del total de las noticias publicadas por los cinco principales diarios de España, sólo 33.92% procedía de fuentes no oficiales, mientras que el resto tuvo su origen en las oficinas de prensa o agencias informativas. |