Ciencia y Desarrollo
Abril 2011 Inicio Ligas de interés Artículos de interés Suscripciones
Cada mes
Editorial
Entrevista
Ciencia en el mundo
La ciencia y sus rivales
Innovación tecnológica
Tecnoinformación
Centros Conacyt
Actualidades
El cajón de las
ocurrencias
Reportaje
Testigos de una historia
El lector científico
Productos de la ciencia
Portada
Abril 2011
Hélix
 Testigos de una historia

GERARDO BUENO ZIRIÓN

Testigos de una historia
Un organismo con visión a futuro
 Testigos de una historia

Entre 1970 y 1976, el presupuesto para ciencia y tecnología pasó de 400 millones a 2,400 millones de pesos.

Antes de llegar al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), participé en los estudios realizados por el Instituto Nacional de Investigación Científica, que condujeron posteriormente a la creación del Conacyt. Durante la realización de aquellos estudios dirigí la Comisión de Desarrollo, responsable de evaluar el estado de la ciencia y la tecnología en México. La mayor parte de los diagnósticos concluían en que prácticamente no había actividades científicas y tecnológicas en el país, y que sería oportuna la creación de una institución que se abocara al fomento de la ciencia y tecnología, además de formular una política de ciencia y tecnología, naturalmente con el concurso de otras entidades. En el gobierno del Lic. Echeverría se decidió que quien era el secretario de Comunicaciones y Transportes, en aquella época el Ing. Eugenio Méndez Docurro, fuese al mismo tiempo director general del Conacyt. El Ing. Méndez realizó un gran trabajo integrando un equipo para poner en marcha el Consejo, pero se decidió que convenía que el Ing. Méndez Docurro se dedicase fundamentalmente a las labores de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y que se nombrase a un nuevo director general.

Fue entonces cuando el presidente Echeverría me invitó y yo tomé posesión como director general del Conacyt en mayo de 1973. Una de las primeras acciones que llevamos a cabo fue una evaluación del funcionamiento administrativo, para definir si existía un exceso de personal frente a las funciones que tenía encomendadas. Y otro asunto fue determinar cuál debería ser el papel del Conacyt dentro del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.

El papel del Conacyt, al contrario de lo que pensaban algunos, no era servir de amortiguador entre las inquietudes de la comunidad científica y el gobierno como dispensador otorgante de recursos; su función tenía que ver primordialmente con el desarrollo del sistema de ciencia y tecnología.

Existía un problema por solventar: la gente, por una parte, percibía al Conacyt como evolución del Instituto Nacional de la Investigación Científica, pero, por otra, pensaba que era un nuevo organismo cuya función era controlar el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Esas dos visiones resultan extremas; necesitábamos dar a conocer que el papel del Consejo era el de promover el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y formular la política nacional en ciencia y tecnología, coordinando y orientando los esfuerzos de otros participantes como el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, las instituciones, los investigadores, el gobierno y las propias empresas.

Se ha dicho que el presidente Echeverría creó el Consejo para revertir el sentimiento de culpa que tenía hacia los sucesos de 1968, pero en realidad fue un Presidente que, a diferencia de muchos que lo han sucedido, tenía una visión de largo plazo. Le dio impulso a la educación, a la ciencia y la tecnología; durante su mandato se crearon el Instituto Nacional de la Vivienda y el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, por ejemplo. Lo importante es ver más allá de lo que pasa dentro de los laboratorios, para que las cosas que se hacen en ellos funcionen desde el punto de vista del desarrollo.

Muy pocos presidentes, después del Lic. Echeverría, tuvieron una visión de largo plazo para el desarrollo científico y tecnológico. El presidente Echeverría se reunía frecuentemente con científicos, lo cual no ha sucedido últimamente. Si desde el punto de vista de asignación de recursos no se hace un esfuerzo, las cosas seguirán su inercia. México pierde capacidad competitiva año tras año. En todos los países donde hay un desarrollo científico y tecnológico importante, hay también un desarrollo económico, social, y político que es importante; son países que tienen un mayor potencial. Pero, lo que no hagamos por nosotros mismos, nadie lo va a hacer.

PRESUPUESTO SIN PRECEDENTES
En 1970, el gasto en ciencia y tecnología fue aproximadamente de 380 o 420 millones de pesos (de aquella época), que en realidad eran cantidades absolutamente insignificantes, por tanto, a Conacyt le fue otorgado un presupuesto muy reducido, aunque representaba alrededor de 25% del total del gasto en el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología.

Entre 1970 y 1976, el presupuesto para ciencia y tecnología aumentó considerablemente, pasando de 400 millones de pesos a 2,400. En términos reales, es decir, descontada la inflación de precios, fue menos de 6%, pero incrementó tres veces lo que se tenía al origen del Consejo. México otorgaba en aquella época cerca de 0.18% del PIB para gasto en ciencia y tecnología, muy bajo en comparación con otros países, y el número de investigadores era también terriblemente bajo. El hecho es que crecieron sustancialmente los recursos que se destinaban a este rubro. En ningún sexenio se ha repetido un incremento tan sustancial en los recursos destinados a ciencia y tecnología.

LA EVOLUCIÓN DE LA INSTITUCIÓN
Considero que Conacyt es una de las pocas instituciones de gran prestigio en el marco institucional mexicano; fue bueno que se haya creado, el país está mejor con Conacyt que sin él. De eso naturalmente como ex director me siento muy orgulloso, exactamente igual como se deben de sentir los demás directores.

Uno de los primeros pasos que condujeron a la implementación de una política en ciencia y tecnología, fue la elaboración del inventario de las actividades de ciencia y tecnología en México. Encuentro lastimoso que fue el primero y único que se realizó, pues debería hacerse periódicamente para saber qué se está desarrollando en el país y conocer cuáles son los grandes huecos en función de los objetivos de la política.

Por primera vez generamos los mecanismos necesarios para la formación de recursos humanos. Antes, el Instituto Nacional Investigación de Científica otorgaba alrededor de 600 becas. Cuando terminó mi gestión, Conacyt otorgaba alrededor de 3,600, es decir, multiplicamos por seis el número de becarios. Pero 3,600 frente a las necesidades y tamaño del país era aún muy poco.

Otra acción sustancial fue la de creación de Centros de Investigación, que cumplía dos propósitos: por una parte, llenar huecos en la investigación que se estaba haciendo en México y, por otra, descentralizar la investigación, pues en aquel entonces existía una enorme concentración de todas las actividades científicas y tecnológicas en el centro del país. Por tanto, la investigación no estaba necesariamente vinculada a las condiciones de cada una de las regiones de los estados, y aún así se llegó a la creación de alrededor de 15 Centros de Investigación.

Se creó también el área de Servicios de Apoyo a la Investigación, cuyo objetivo fue generar mecanismos institucionales que hicieran fácil la vida a los científicos, tanto para desarrollar investigación, como para propiciar la vinculación de las actividades de investigación con las actividades del sector productivo.

PROGRAMAS INDICATIVOS DE CYT
Fueron creados los programas indicativos de ciencia y tecnología, que estaban ligados al Plan de Acción Mundial para el Desarrollo Científico y Tecnológico de las Naciones Unidas. Gracias a estos programas se podría asegurar que la investigación científica contribuyera a resolver parte de los problemas vinculados al desarrollo general. Por ejemplo: la utilización del agua en las zonas desérticas, cómo evitar epidemias o pandemias, el aprovechamiento de energéticos diferentes al petróleo, etc. Conacyt daba el apoyo para los programas indicativos, pero era un grupo de científicos el que se reunía y discutía cuál era el panorama que existía en la investigación en su campo; la idea era determinar qué se estaba haciendo en cada rubro y hacia a dónde debería orientarse la investigación científica futura.

Se generaron diversos programas indicativos. Uno muy importante fue el Programa Nacional de Ciencias Básicas, dirigido por Pablo Rudomín. El Programa de Demografía lo dirigió Víctor Urquidi; en el de Ecología participaron Gonzalo Halfter y Arturo Gómez Pompa; Ecodesarrollo lo dirigía Iván Restrepo; había también un programa de salud, otro sobre alimentación que lo manejó espléndidamente Salvador Zubirán, y un programa sobre zonas áridas para conocer a fondo cómo se pueden aprovechar. Los programas indicativos ayudaron significativamente a la formulación posterior del Plan de Ciencia y Tecnología.

COMUNICAR CIENCIA: TAREA SUSTANCIAL
Respecto a la política de comunicación aplicada en aquel momento, debo reconocer la extraordinaria labor de Manuel Buendía Tellezgirón, quien fungió como director de Prensa y Relaciones Públicas. Por una parte se abocó a la difusión de conocimientos científicos y lo que estaba haciendo la comunidad, conocimientos que realmente nadie conocía. Surgieron entonces programas de televisión y la revista Ciencia y Desarrollo (que todavía se sigue publicando en estos días). Por otra parte, trabajó para fomentar el contacto entre investigadores-científicos y los problemas del país.

También, a iniciativa de Manuel Buendía, se realizaban seminarios entre los encargados de la sección del Conacyt en la prensa mexicana y los científicos.

Al principio, los niveles de comprensión eran prácticamente nulos, porque los investigadores hablaban un lenguaje mientras los comunicadores y periodistas hablaban otro, pero al final de estos seminarios, ambos aprendieron a comprenderse y a tratarse, fue un resultado muy bueno. Hay científicos que cuentan con una capacidad de comunicación absolutamente extraordinaria, pero hay muchos otros que no, y para esos que no, este tipo de seminarios fue muy útil.

RECURSOS HUMANOS AL SECTOR PRODUCTIVO
El sistema de becas-crédito se creó para lograrque los recursos humanos con formación en el exterior se engranaran en aquellas actividades que requería más el país.

Nuestro principal propósito era fomentar la investigación y, al mismo tiempo, que se construyeran instituciones de investigación científica y tecnológica en México.

Con el sistema de becas-crédito, cuando el becario se incorporaba a las actividades de investigación científica y técnica, el pago que debía hacer a Conacyt era "cero"; si se incorporaba dentro del sector público era alrededor de 80 o 70% de su beca; si se incorporaba a empresas mexicanas era 50%, si se incorporaba a empresas transnacionales no debía hacer pago alguno.

Funcionó para que los becarios se orientasen hacia la actividad de la investigación, porque la beca en realidad signifi caba un ingreso diferido para la gente que se dedicaba a la actividad científica o a la investigación. El sistema de becas-crédito posteriormente fue adoptado en muchos otros países y no sólo de América Latina, también en Asia.

CONACYT EN LA VIDA DEL PAÍS
Un país sin ciencia y tecnología es un país que no tiene capacidad de resolver sus problemas, es un país que no puede integrar los conocimientos que existen a nivel internacional. La ciencia y la tecnología son pilares del desarrollo. Conacyt significa la posibilidad de que las actividades científicas y tecnológicas contribuyan de una mejor manera al desarrollo del país, y es una de las instituciones clave que se requieren para que toda esta contribución se materialice.

Curriculum

GERARDO BUENO ZIRIÓN

El doctor Gerardo Bueno Zirión fue director general del Conacyt en el periodo comprendido entre mayo de 1973 y diciembre de 1976. Su formación profesional es la de economista, realizó sus estudios de licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, y los de posgrado en la Universidad de Yale. Ha tenido una vida académica activa y continúa dando clases de Economía internacional.

Ediciones anteriores Para publicar