De acuerdo con el especialista, los genes supresores dejan de funcionar debido a la hipermetilación del ADN (modificación química de la secuencia del ADN) y a la desacetilación de histonas (proteínas responsables del empaquetamiento del ADN) en las células, por lo que es necesario revertir estos procesos; para ello el investigador utiliza una combinación de dos medicamentos conocidos: un antihipertensivo y un anticonvulsionante.
El desarrollo de este tratamiento comenzó en 2000, cuando el doctor Alfonso Dueñas González descubrió que un fármaco utilizado desde hace más de 30 años para la hipertensión y la insuficiencia cardiaca –por sus efectos vasodilatadores – era capaz de desmetilar y reactivar los genes supresores apagados.
El hallazgo del científico mexicano siguió y, en 2001, un grupo de investigadores alemanes hizo un anuncio relativo a la eficiencia de un antiepiléptico y anticonvulsivo, utilizado también desde hace tres décadas, como inhibidor de las enzimas desacetilasas de histonas.
Al enterarse del descubrimiento de los especialistas germanos, el doctor Alfonso Dueñas González decidió probar en líneas celulares de cáncer ambos medicamentos de forma combinada y encontró que el tratamiento afectaba la capacidad de crecimiento de las células malignas para desarrollar metástasis y además, revertía la resistencia de las células a la quimioterapia.
Posteriormente, “comenzamos a estudiar estos dos medicamentos en animales de experimentación y en humanos. Ya hemos completado estudios, en fase 2, en un total de 48 pacientes con cáncer de mama, ovario, cérvix y de pulmón, y encontramos que esta combinación es eficaz”.
Con la aplicación de este tratamiento, los tumores de más de 75% de los pacientes dejaron de progresar y comenzaron a responder favorablemente a la quimioterapia, lo cual no ocurría anteriormente, pues quienes participaron en dicho estudio eran refractarios a la quimioterapia, es decir, ésta no tenía efecto alguno sobre sus tumores.
En este sentido, el investigador comenta que “si bien la terapia epigenética por sí sola tiene efectos antitumorales, ésta debe usarse en combinación con la quimioterapia, radioterapia y otros antitumorales conocidos, pues esto incrementa la posibilidad de matar la célula tumoral, ya que la atacamos con diferentes mecanismos y desde distintos ángulos.”
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