Una planta parásita se encuentra unida al hospedero mediante estructuras especializadas, llamadas haustorios,
4 que contienen un haz vascular
5 capaz de penetrar el tejido de otra planta, formando un puente morfológico y fisiológico que le facilita la obtención de nutrientes. La planta parásita permite que las células de su hospedero se mantengan vivas, relación que se denomina biotrofia; pero cuando ésta sobrepasa un límite y las células del hospedero empiezan a morir, se inicia un proceso que genera la muerte a largo plazo conocido como hemibiotrofia, el cual generalmente se presenta cuando existe una infestación muy severa y de largo plazo. De esta manera, las parásitas provocan la muerte celular en la zona de contacto, disminuyendo la capacidad de crecimiento y el desarrollo del hospedero; por ende, su tiempo de vida. Por ejemplo, la vida de un bosque de pinos sano puede ser mayor a 100 años, mientras que el bosque parasitado por muérdago no sobrepasa esta edad.
Algunas especies infestan las partes aéreas –hojas, tallos, flores…– del hospedero (como la cuscuta y el muérdago), otras interaccionan de manera subterránea y la relación se establece entre las raíces del hospedero (tabla 2). Otro tipo de parasitismo se lleva a cabo a través de la raíz o el tallo del huésped: la parásita se apropia de un sistema vascular maduro y funcional, con lo cual logra redirigir el agua y los nutrimentos del huésped a favor del crecimiento y desarrollo de la parásita.