Las angiospermas parásitas tienen un impacto económico, debido principalmente a los daños que causan en los cultivos, al disminuir la productividad y aumentar la inversión en mano de obra y métodos para controlarlas (tabla I). Un ejemplo de esto se encuentra en la Striga hermonthica, originaria de zonas semiáridas, es una hemiparásita que infesta los cultivos de cereales como maíz, arroz, sorgo y cebada, ocasionando un descenso en la producción de granos que oscila entre 5 y 15%. En casos de infestaciones locales severas como las que se presentan en África (aunque nuestro país no está exento), puede perderse totalmente el cultivo.
En el ámbito forestal, las plantas parásitas generan una pérdida importante; la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca estimó que entre 1995 y 2000, se perdieron un millón ochocientas mil hectáreas de bosques debido a las plantas parásitas; aún más, en varios ecosistemas donde es mínima la perturbación humana se ha encontrado algún tipo de angiospermas parásitas.
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