A diferencia de la robótica ingenieril que hace robots completos y maduros, en el laboratorio hacemos unos que evolucionan. ¿Qué quiero decir con esto?: el crecimiento evolutivo en mis robots se produce por epiciclos que se inician con adelantos en el hardware, continúan con una mejoría en el reconocimiento de patrones del mundo exterior y terminan en una fase de habilitación de lo recién adquirido en adición a lo antiguo.
Así, en nuestro laboratorio hemos construido robots orientados a la conducta que reproducían comportamientos animales; por ejemplo, uno de los primeros imitaba la conducta forrajera del mono aullador.
También experimentamos con insectos sintéticos (aunque simulados en computadora); los cerebros o ganglios de su sistema nervioso fueron hechos con neuronas casi realistas que mucho nos enseñaron sobre neurofisiología – conocimientos que no aprendimos en la Facultad de Medicina–. Dichas neuronas, debido a su actividad espontánea, generaban la marcha de los robots simulados por inhibición recíproca entre ellas: las neuronas con actividad espontánea se inhibían unas a las otras, recíprocamente, dando por resultado una actividad espontánea en cada una de ellas, pero de carácter intermitente. La resultante andanada alterna se utilizaba para activar los músculos que intervienen en la marcha de cada pata.
Así mismo, se construyó un Sisne (robot físico con SIStema NErvioso) con una conducta compleja de atención, tanto en el sentido fisiológico como en el patológico, pues fue posible producir en él el síndrome de hemiatención. |
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