Con la formación de la Tierra se inicia el camino hacia la evolución de los precursores de lo vivo. Es en este punto donde formalmente comienza nuestra tabla geológica, cuyo primer eón denominado precámbrico
(Animación) comprende una etapa de unos 4000 m. a., durante los cuales los procesos químicos que culminaron con la aparición de las primeras células tuvieron lugar.
En el primer periodo del Precámbrico, conocido como Hadeano, con una duración de unos 600 millones de años, se formó una hidrósfera estable en un paisaje constituido por océanos de agua caliente, de volcanes activos con escurrimientos de lava, chimeneas hidrotermales, grandes extensiones de tierra firme con cuencas de agua caliente y en ebullición, los cuales derramaban su contenido sobre la árida tierra.
En este escenario ocurrieron las reacciones de la química prebiótica, en un lapso en el cual se sintetizaron diversos biomonómeros o precursores moleculares, mediante procesos tales como: la acción de la energía de la luz solar, la elevada temperatura, las descargas eléctricas y ciertas propiedades de condensación en las superficies de las rocas, así como los compuestos químicos más elementales presentes en esa atmósfera primitiva –metano, bióxido de carbono, amonio, hidrógeno y agua (CH
4, CO
2, NH
4, H
2, H
2O)– reaccionaron formando una enorme variedad de compuestos orgánicos en solución, a partir de un mecanismo conocido como síntesis prebiótica.
Recientemente se ha propuesto que la atmósfera primitiva era rica en H
2 (~30%) y que pudo, por tanto, favorecer la síntesis de hidrocarburos vía fotólisis,
2 producida por la acción de la luz ultravioleta. Asimismo, se ha calculado que la temperatura de aquellos océanos, determinada en parte por el vulcanismo y la composición de las lavas, superaba los 110 ºC, incluso llegó a unos 350 ºC y, por periodos muy prolongados, se establecieron ciclos continuos de vaporización y condensación que derivaron en miles de posibilidades de combinación molecular.
En los laboratorios experimentales se han simulado dichas condiciones, sintetizándose con cierta facilidad algunos de los compuestos químicos que forman parte de todo ser vivo en la actualidad; hablamos de aminoácidos, azúcares
–incluyendo la ribosa–, también bases nitrogenadas, porfirinas,
3 tioésteres (compuestos de azúfre con enlaces de alta energía) y cetoácidos (ácidos orgánicos con un grupo C=O y otro–COOH) como el piruvato, entre otras moléculas.
Sin embargo, quizá la Tierra durante el Hadeano no fue del todo un infierno; hay quienes creen que había lugares congelados en los cuales los impactos de material cósmico y el calor de los volcanes fundían el hielo, generando depósitos de agua líquida alrededor de los volcanes activos. Hasta ahora sigue siendo un enigma cómo fueron
las primeras células, pero se han propuesto diversos mecanismos de reacción y modelos para explicar las rutas que pudieron seguir los compuestos orgánicos para constituirse en algo parecido a una célula con membranas, metabolismos autónomos y macromoléculas autoduplicativas tipo ARN/ADN.