Remontémonos a los años treintas del siglo pasado, en los Estados Unidos, y ubiquemos la escena en un despacho del Instituto Tecnológico de California, donde, por millonésima vez, el suizo Fritz Zwicky verificaba sus cálculos, pasando una y otra vez su mirada por las posibles incertidumbres resultantes de sus observaciones sobre a las galaxias del cúmulo Virgo. De pronto, el investigador se dio cuenta de un hecho sorprendente: la masa total del cúmulo es considerablemente superior a la suma de las masas de las galaxias individuales; de este modo, por primera vez, la observación acaba de orientarse hacia la existencia de enormes cantidades de masa invisible.
Han pasado muchos años después de esta observación, que en la actualidad sigue obsesionando a numerosos cosmólogos y astrofísicos. Las miles de observaciones que se han hecho sólo dan la razón a Zwicky. Esta masa invisible parece estar por todas partes, invadiendo cada una de las estructuras conocidas del Universo. También los físicos de partículas se han sumado a los esfuerzos por descubrir quién o qué es esa materia invisible, interrogante que hoy se erige como uno de los más formidables desafíos con los que nos enfrentamos. Así, en nuestro inventario del contenido en masa del Universo, tendremos que prestar mucha atención e incluir tanto lo visible como lo invisible. |
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