La tolerancia a la desecación es la capacidad que tienen algunos organismos de perder virtualmente toda el agua libre intracelular, manteniéndose en un estado de suspensión animada para, una vez que el agua nuevamente esté disponible, recuperar las funciones normales.
2,10 Durante millones de años, las briofitas han mantenido la habilidad de tolerar la desecación, por lo que el estudio de sus mecanismos moleculares recobra importancia en la actualidad.
La desecación, en especies sensibles, provoca daño celular irreversible: rompimiento del sistema de membranas celulares, fuga de iones y electrolitos, cambios de pH, cristalización del contenido celular, desnaturalización de proteínas y producción de especies reactivas de oxígeno, lo cual genera la disminución del ritmo de crecimiento, la alteración del metabolismo y, finalmente, la muerte.
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Los estudios de carácter fisiológico han demostrado que las plantas tolerantes tienen la capacidad para sobrevivir a la desecación mediante la activación de mecanismos que protegen la integridad celular y reparan el daño resultante de la carencia de agua; además, deben limitar la avería a un nivel que sea reparable, mantener la integridad fisiológica durante la desecación y activar rápidamente los mecanismos de reparación celular una vez que se inicia la
rehidratación.
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