El talón de Aquiles de una central nuclear radica en dos factores: la producción de desechos radiactivos y su alto costo de construcción. Se estima que un nuevo reactor como el que la compañía francesa Areva construye en Finlandia, tendrá un costo de 3,500 millones de euros, inversión considerable, sobre todo para países en vías de desarrollo; no obstante, ésta puede ser rápidamente amortizada debido a los bajos costos del uranio, ya que es uno de los metales más abundantes del planeta, así como al tiempo que las plantas estarán conectadas a la red eléctrica el cual se estima que será alrededor de 96%
de su vida útil.
En relación con los desechos radiactivos, se estima que un reactor nuclear de mil MW(e)
4 genera aproximadamente dos metros cúbicos anuales de desechos de un alto nivel, los cuales contienen isótopos radiactivos de larga vida que resultan altamente tóxicos, cuya desintegración tomará alrededor de 20 mil años y, aunque hay poca probabilidad de que ocasionen daños a la población y al medio ambiente, ya que se encuentran bien confinados, vigilados y auditados por organismos internacionales, la posibilidad de riesgo existe.