La falta de crecimiento económico ha fortalecido una innumerable cantidad de procesos negativos para la población mexicana, el más importante de todos es el creciente desempleo; según estimaciones del área de análisis económico del grupo Bancomer, como producto de la crisis económica de 2009 la pérdida de empleos rebasará la cifra de 3 millones de plazas. Resultado que no sorprende, ya que históricamente la generación de desempleados como consecuencia del bajo crecimiento es elevada. En el
cuadro 2 se presentan las cifras del empleo generado para cada año del periodo 1982-2005. En los años críticos las pérdidas de empleo han sido significativas, véase 1982, 1986, 1995, 2001 y 2003. En promedio del 2000 al 2005 se generaron 65 mil puestos anuales de trabajo en el sector formal de la economía; 428 mil de 1982 a 1988; 422 mil de 1988 a 1994 y 467 mil de 1994 al 2000. Como es evidente, la falta de crecimiento económico ha generado un tremendo déficit ocupacional.
Sin crecimiento económico en el país lo que se tiene es una situación de desempleo y precarización laboral. La inmensa mayoría de personas que no logran ingresar al mercado de trabajo formal terminan en la economía informal, migrando ilegalmente a los Estados Unidos, engrosando las filas de la delincuencia o bien degradando cada día su condición de seres humanos por la ausencia de oportunidades para demostrar su capacidad productiva.
En sintonía con los hallazgos, la clave para lograr un mayor crecimiento se encuentra en fomentar la instalación de empresas manufactureras de capital nacional en diferentes puntos del país e impulsar a las empresas existentes que tienen problemas para competir en el escenario nacional e internacional, todo lo cual requiere de un Estado eficiente, empresarios y sociedad civil organizada. Lograr un mayor crecimiento económico pasa necesariamente por robustecer la producción manufacturera y complementarla con un desarrollo armónico de los sectores primario, comercial y de servicios.