Cuando una modelo incrementa sus medidas a partir de una operación estética, normalmente, su figura se logra a través de prótesis de
silicón (figura 1); el material utilizado para sellar los cristales también es silicón
(figura 2); muchos recubrimientos de cables
(figura 3) son de silicón y, como estos ejemplos, encontramos silicón en gran variedad de aplicaciones, totalmente diferentes entre sí, ¿cómo es esto posible?
Parece un truco de magia encontrar un material en tantas aplicaciones, pero sucede que en realidad no se trata de un solo material, sino del nombre que abarca una numerosa familia de
polímeros sintéticos de siloxano, en cuyas diferentes aplicaciones están involucrados distintos productos, pero todos presentan en su composición química una unidad que se repite a lo largo de su molécula: el silicio unido al oxígeno (Si-O); grupo funcional denominado como siloxano, cuyos productos son conocidos genéricamente como
silicón, los cuales –aunque aparentemente diferentes entre sí– tienen en común altos valores de flexibilidad (capacidad para plegarse) y elasticidad (capacidad de recuperar su forma y extensión original cuando deja de aplicarse la acción que altera un material), además de aislamiento térmico y eléctrico; todas ellas principales propiedades de la familia de polímeros a la cual pertenecen. La designación de
sintéticos significa que los generó el ser humano, aunque existen muchos polímeros en la naturaleza como el almidón, la celulosa, las proteínas, etcétera.