Muchos grupos de parásitos tienen un ciclo de vida complejo que requiere una serie de hospederos intermediarios durante diferentes fases larvarias de su desarrollo y un hospedero definitivo, en el que se lleva a cabo la fase de reproducción sexual del parásito.
3
Parecería que un ciclo de vida tan complejo como éste resultaría más difícil de completarse, pero de esta manera afianzan su permanencia en el tiempo y su dispersión en el espacio, asegurando así la descendencia. En el caso de los digéneos y los céstodos (platelmintos), sabemos que durante las fases larvarias se reproducen asexualmente en los hospederos intermediarios, lo que les permite generar un gran número de organismos infectivos a partir de un solo huevo
(figura 2). Los descendientes de la reproducción asexual no son formas de resistencia –es decir, no tienen cáscaras duras, como un huevo– sino sólo de multiplicación y dispersión, y se desarrollan más rápidamente que los embriones generados por reproducción sexual. Generalmente desarrollan mecanismos de natación, tienen la ventaja de no necesitar el encuentro de dos progenitores para producirse (aunque en algunos céstodos existe la autofecundación). Los productos de la reproducción sexual, en cambio, son formas de resistencia y son necesarios porque en la reproducción sexual se da la recombinación genética, importante para la supervivencia de la especie.
Algunos parásitos son capaces hasta de modificar el comportamiento de sus hospederos para garantizar que el siguiente hospedero entre en contacto con él. Un caso sorprendente es el del digéneo
Dicrocoelium dendriticum, el cual, en estado adulto es parásito en los conductos biliares de ovejas y otros herbívoros, pero en estadio larvario es parásito de hormigas
(figura 3), en cuyo sistema nervioso central se ha observado que, al enquistarse las larvas, se altera el comportamiento normal de las hormigas. Al atardecer, cuando la temperatura baja, las hormigas no infectadas con el digéneo se refugian en su madriguera, mientras las mandíbulas de las infectadas quedan trabadas en la parte superior de las hojas de pasto hasta el día siguiente, cuando, al elevarse la temperatura, aparentemente recuperan su comportamiento normal. De esta manera, las hormigas infectadas permanecen en la parte alta de la vegetación durante las horas en que los herbívoros pastan (antes del anochecer y temprano al amanecer), aumentando así las probabilidades de que estos hospederos finales consuman a sus hospederos intermediarios: las hormigas infectadas. Una vez logrado este propósito, el parásito madura en los conductos biliares del herbívoro, con lo que completa su ciclo de vida.