Ciencia y Desarrollo CONACYT
AGOSTO DE 2007
Inicio
Artículos
Artículos anteriores
Entrevista
Descargar Internet Explorer
Descargar WinZip
Descargar Adobe Reader
Descargar Quicktime

Descargar RealPlayer

Descargar Flash Player

Enrique arce medina

detalles en la cuenta del tiempo

La maravilla de los campanarios

En la época en que proliferaron los monasterios en Europa y, para fijar el tiempo de adoración, se crearon las horas canónigas. Para ello alguien debía estar atento a la clepsidra, a una vela con marcas o al reloj de arena para, llegado el momento, llamar a la oración a los hermanos batiendo una campana.

Allá por el siglo XIV el tedio de los campaneros fue aliviado con mecanismos basados en poleas, palancas y ruedas dentadas. Gracias al movimiento de un objeto pesado atado a una rueda –parte esencial de ese mecanismo, que actuaba sobre unos martillos que golpeaban a intervalos regulares a una o varias campanas– los monjes podían convocar a intervalos regulares a la sesión de oraciones. Estas máquinas de funcionamiento automático se colocaron en las partes altas de los monasterios para que todos escucharan las campanadas, es decir, en las torres de vigía que después pasaron a llamarse campanarios.

Después, los relojes pasaron de los monasterios a los edificios públicos de las ciudades, allí se les agregaron manecillas o pequeñas manos indicadoras,* además en algunas ciudades se les incluyó figuras con formas de personas o animales que se movían cada vez que se marcaba una hora. Las figuras del reloj del edificio municipal de la Plaza Central de Múnich, hacen su aparición a las 12 y a las 17 horas diariamente, y llegaron a ser tan importantes que se consideraba un orgullo tener el campanario muy grande o con muchos muñecos marcando la hora. Estos fueron los abuelos del reloj cucú, del cual un pajarillo sale para dar la hora.

* En realidad, al principio sólo hubo una aguja; la llamada minutero surgió con el péndulo, durante el siglo XVII.

Continúa...

 
 
 
desarrollado por quadrato