Los pueblos prehispánicos se hallaban inmersos en un universo de color, lo cual es manifiesto desde las vasijas domésticas hasta los suntuosos edificios palaciegos y religiosos. También estaba policromada la cerámica ritual, la escultura en piedra, los relieves en estuco, las figuras de barro y los manuscritos o códices.
La pintura mural no puede ser estudiada como un ente aislado de las demás actividades llevadas a cabo por el hombre mesoamericano, sino como una parte importante del mundo de color que creó y le rodeaba. Los tonos deslavados que perviven en el estuco o en la piedra de lo que hoy llamamos ruinas, en su tiempo fueron obras brillantemente coloreadas.
A principios del siglo pasado, únicamente existían algunas referencias respecto a murales precolombinos y casi ninguna a su estudio. Hacia la segunda mitad del siglo, investigaciones como las de Laurette Séjourné, Arthur Miller, Martha Foncerrada y Sonia Lombardo, ofrecieron importantes estudios monográficos sobre algunos murales, al tiempo en que sucedieron numerosos descubrimientos, entre los que destacan las pinturas de Bonampak, en Chiapas (1946), y de Cacaxtla, en Tlaxcala, las cuales fueron descubiertas en 1985.
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Norma ISO 690
ALVARADO TAPIA, Rodolfo et al. "La pintura mural prehispánica". Revista Ciencia y Desarrollo, Agosto 2007, vol. 33, no. 210, p. 6-11, ISSN:0185-0008
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Norma ISO 690-2
ALVARADO TAPIA, Rodolfo et al. "La pintura mural prehispánica" [en línea]. Revista Ciencia y Desarrollo, vol. 33, no. 210, Agosto 2007. Disponible en: Colocar URL. [Consulta: 1 Agosto 2007] |
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