El cromo hexavalente se utiliza ampliamente en los procesos industriales del acero, de las pinturas, de los colorantes y de las cerámicas; por el contrario, el cromo trivalente es utilizado en la industria textil para colorantes, en la industria del vidrio, y en la industria curtidora. De esta manera, el cromo en sus dos estados de oxidación (hexavalente y trivalente) puede estar presente en las aguas residuales, y si éstas no son tratadas adecuadamente, pueden llegar a contaminar los acuíferos, comprometiendo la calidad sanitaria. Sin embargo, la mayor fuente de contaminación por cromo está relacionada con las descargas de la industria cromadora, en la cual la forma hexavalente –de extrema toxicidad– es la más abundante, y se encuentra altamente concentrada en los efluentes de procesos de cromado, por lo que no debería ser descargada al medio ambiente.
Los límites en la legislación internacional respecto a la concentración de cromo hexavalente en acuíferos y en agua potable es de unas pocas partes por millón (ppm); así por ejemplo, el límite máximo permisible en el agua para beber, en los Estados Unidos, es de 0.1 ppm.4 Estos niveles de tolerancia son similares para otros países, entre ellos México.5