Tras la noticia que diera vuelta al mundo en 2001, acerca del primer borrador del ADN, resultado del Proyecto Genoma Humano (Human Genome Project – PGH), se puso en marcha el Proyecto Internacional de HapMap o mapa de haplotipos, con el fin de optimizar los costos de la investigación y facilitar el desarrollo de beneficios médicos. Así en 2002, el estudio del genoma humano se orientó al de las particularidades genómicas de diferentes poblaciones mundiales: africana, caucásica y asiática, particularmente.

Ante esta realidad, y lejos de mantenerse al margen del proyecto, nuestro país entendió su objetivo y dimensionó las implicaciones de no incorporarse a él. Fue así que en junio de 2005, en el Instituto Nacional de Medicina Genómica se inició el desarrollo del Mapa genómico de los mexicanos y el estudio de las variaciones de los genes asociados a enfermedades que constituyen problemas de salud pública; investigación de gran impacto, tanto por el número de vidas que se pierden anualmente en el país, como por la importante inversión federal destinada a la atención médica.

Una característica notable del proyecto Mapa genómico de los mexicanos es la confluencia –no siempre vista– de la investigación básica, presente en el estudio de las variables o marcadores del genoma; el desarrollo tecnológico que permitió contar con las unidades útiles para delinear el mapa: la de secuenciación y genotipificación; la de análisis de expresión y polimorfismos y la de supercómputo, únicas en su tipo en América Latina. Otro elemento imbricado es el factor humano; es decir, la conducción del proyecto a cargo de científicos y tecnólogos mexicanos de alto nivel, y el último eslabón: la sociedad, convencida de los beneficios que la ciencia representa para la conservación de la salud.

Se sabe que la hipertensión arterial, los problemas cardiovasculares, el cáncer y la diabetes son algunos de los males más comunes que padecen millones de mexicanos, los cuales utilizando la información generada con el mapeo genético de la población, cuya primera fase estará disponible al público a finales de este año, podrían prevenirse y atenderse como parte de una política pública en la materia.

Estamos seguros que la sección principal que ahora presentamos en esta edición enero 2006 de Ciencia y Desarrollo servirá como referencia confiable para el seguimiento que este importante tema tendrá en los medios durante el presente año.

Esta entrega incluye también, otros artículos que abordan asuntos de interés como la participación de los jóvenes en los procesos electorales, fenómeno que tendremos oportunidad de apreciar y evaluar durante el año; el controversial hábito-adicción de fumar tabaco; los beneficios de correr como disciplina de acondicionamiento físico y las diversas representaciones y aplicaciones del paisaje en los ámbitos artístico y científico.

¡Feliz año nuevo!