La historia comienza en una gran fiesta de XV años en Michoacán. Tania y su familia fueron muy gustosos; por fin, después de mucho tiempo, podrían degustar una deliciosa comida típica michoacana. Tal como se acostumbra, el banquete consistía en carnitas estilo Michoacán, por supuesto, y lo mejor de todo (eso se cree) es que tenían granillo. Tania es muy curiosa, así que se sirvió la carne de cerdo con granillo, que estaba a medio cocer, ya que así es como se disfruta mejor, dicen los conocedores.
Algunos meses después Tania empezó a sentirse mal; primero, sintió fuertes dolores abdominales y de cabeza, náuseas y desmayos; después se dio cuenta de que junto con su excremento eliminó un segmento blanco, muy extraño. Lo dejó pasar y no le dio mucha importancia, pero tiempo después los dolores de cabeza eran más frecuentes, siguió bajando de peso e, incluso, en dos ocasiones sufrió crisis convulsivas. Su mamá se asustó mucho, así que decidió llevarla al médico. Luego de los exámenes necesarios, se llegó al diagnóstico ¡Tania adquirió una Taenia!, pero ahí no termina el asunto, ya que el problema se complicó, pues, además ¡tenía cisticercos –es decir, la forma inmadura o también llamada metacestodo de una solitaria– en el cerebro! |
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