Los niños son especialmente vulnerables a los efectos del aire contaminado con humo de cigarro. Sus pulmones son más pequeños y su sistema de defensa está menos desarrollado, situación que los hace más susceptibles a infecciones respiratorias y de oído. Aún más: los niños respiran más rápido que los adultos y por lo tanto inhalan más químicos dañinos (por kilogramo de peso) que los adultos, sin contar con la desventaja de que tienen menos posibilidades que los adultos de abandonar un ambiente contaminado con humo de cigarro, por molesto
que éste sea. Por lo anterior, los niños que viven o conviven en ambientes contaminados por humo de cigarro tienen mayor riesgo de sufrir infecciones más severas de las vías respiratorias inferiores. Las posibles patologías varían desde meningitis, otitis media, asma o reducción en la velocidad del crecimiento de la función pulmonar durante su niñez. Debido a que los padres fumadores son los mayores contaminadores del aire que respiran sus hijos, se han reportado síntomas de abstinencia a la nicotina en niños y adolescentes que ni siquiera comienzan su propio consumo de cigarros. |
 |