Se estima que cerca de la mitad de la población mundial durante su vida sufrirá alguno de los 85 trastornos de sueño reconocidos. El insomnio crónico y el SAOS son los trastornos más frecuentes, lo cual afecta a 10 y 4% de la población mayor de 40 años. Estos trastornos son también los principalmente asociados a somnolencia excesiva. El saos es el trastorno de mayor preocupación por su afectación a la calidad de sueño y la calidad de vida de las personas que lo padecen; además, es un factor de riesgo reconocido para accidentes de tránsito y enfermedades cardiovasculares. Este síndrome se caracteriza por ronquido crónico y presencia de pausas respiratorias o ahogos (apneas) mientras se está dormido. Las personas que lo padecen con frecuencia sufren de obesidad e hipertensión arterial. El origen de la apnea es una obstrucción intermitente y repetitiva de la garganta (faringe) durante el sueño. Estas apneas se asocian a disminuciones transitorias en la oxigenación con presencia de sueño superficial y fragmentado. La importancia de reconocer este síndrome es que el diagnóstico y tratamiento específico pueden corregir sus alteraciones y riesgos asociados.
En conclusión, se puede decir que dormir es una necesidad fisiológica básica que permite conservar un estado de función intelectual óptimo. Los malos hábitos de sueño y los trastornos del dormir con frecuencia se asocian a somnolencia excesiva y, potencialmente, a estados francamente patológicos que afectan la calidad de vida de los individuos y ponen en riesgo la salud y la vida de quienes los padecen.