Esto nos lleva a una primera premisa: no todo lo que vemos, oímos o sentimos es realmente cierto, está filtrado y matizado por lo que nuestro cerebro quiere o necesita manejar en un momento dado.

Un estudio realizado en pacientes que, debido al padecimiento de cataratas congénitas, fueron sometidos a cirugía, permitió observar que cuando ellos disfrutaron de una vía visual íntegra, no tenían experiencia previa del mundo a través de ese sentido de la vista para ponerse en contexto con lo que percibían; sufrían de ceguera experimental,⁶ hasta que se pudo utilizar dicho sentido al retirar los cristalinos defectuosos. Uno de estos pacientes adolescentes, describió que cuando le quitaron las vendas de los ojos, unos objetos largos, rojos, de forma tubular, como salchichas, se aproximaban a él; después supo que eran los dedos del cirujano.

Podemos decir que no es una condición suficiente tener íntegra una vía sensorial para que ésta transmita la información adecuada, ya que el cerebro complementa los defectos o fallas con lo que puede ser óptimo, desde el punto de vista de la adaptación y sobrevivencia del individuo.