La zona transfronteriza de México y Estados Unidos se caracteriza por estar llena de contrastes, tener distintas composiciones socioculturales y económicas y por su clara división que, por un lado, delimita la actuación de las jurisdicciones de los Estados correspondientes, pero a la vez es incapaz de limitar las dinámicas emanadas de la constante interacción de sus habitantes.

Se puede decir que todos los municipios, como expresiones territoriales mínimas, actúan de manera transfronteriza con sus municipios vecinos. La diferencia de las relaciones existentes entre ellos está asociada a las condiciones de los principales núcleos que los integran. Cuando las estructuras de los centros son coherentes, se muestran de acuerdo con sus actividades económicas, sociales y administrativas.

En un principio, el crecimiento expansivo de los núcleos urbanos fronterizos suele tener un comportamiento de encuentro (choque) con la línea divisoria, aunque después evolucione con la interacción. Estos fenómenos pueden llegar a suceder entre límites federales, estatales, de comunidades administrativas o étnicas.