Este libro me llevó a reflexionar respecto de la noble naturaleza del ser humano y a pensar por qué simular o mentir ha sido una práctica presente en toda la humanidad, a pesar de que en las sociedades occidentales se pretende educar a los niños en el valor de la verdad; sin embargo, ellos conviven con adultos que mienten constantemente.
Como consecuencia –señala el autor–, investigaciones psicológicas recientes han revelado que casi todos los niños sanos a la edad de cuatro años han adquirido la habilidad de engañar a otros, lo cual no sólo nos debe preocupar, sino además ocupar, para que en la familia se fomenten los valores tendentes a cultivar las virtudes y capacidades otorgadas a cada ser humano.