La posibilidad de que, a manera de efecto indeseado —por causa de sus recientes experimentos con las bases constitutivas de la materia— pudiera el ser humano provocar la destrucción del globo terráqueo, ha sido considerada varias veces a lo largo de los últimos setenta años.
La primera vez fue cuando se llevaron a cabo los primeros experimentos de fisión nuclear, mediante reacciones en cadena, cuando se logró partir el átomo, en los años treinta del siglo XX.
En aquel intento de producir una reacción nuclear, con el fin de crear una bomba atómica utilizable, se llegó a especular si dicha reacción en cadena se podría extender a toda la materia circundante y causar una explosión nuclear planetaria que vaporizara a toda la Tierra.
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