En México, 52.2 millones de mexicanos sufren de obesidad, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, por lo que nuestro país ha sido ubicado en el segundo lugar por su mayor índice de obesidad en personas adultas, y el número uno en obesidad infantil, en el mundo.
La obesidad es una enfermedad con fuertes bases biológicas y no un problema de fuerza de voluntad o disciplina”, menciona el doctor Luis Téllez, investigador del Laboratorio de Neurología del Apetito del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav). Dicha enfermedad posee un origen multifactorial en el cual juegan un papel importante la genética, el metabolismo y el cerebro.
Algunos de los componentes biológicos de la obesidad y el sobrepeso son genéticos; existen variaciones genéticas individuales que modulan cuánta energía consume, gasta y almacena en forma de grasa una persona; por ejemplo, individuos con una variante FTO –un gen vinculado a la obesidad, el cual inhibe la sensación de saciedad– presentan, en promedio, 3 kg más de peso, comen más y tienen casi el doble de probabilidad de desarrollar obesidad que quienes no poseen la variación de dicho gen.
Además del sustrato biológico de esta enfermedad, otros factores importantes para su desarrollo son: el ambiente, la percepción de sabores y preferencia por los alimentos ricos en grasas y carbohidratos, así como la regulación de la conducta, campo en el que la neurobiología del apetito cobra vital importancia, pues permite entender cómo se modula y modifica la ingesta de alimentos en una persona.
En el caso de la percepción, gracias a investigaciones recientes realizadas en el Cinvestav, “se sabe que los individuos obesos tienen una menor percepción del sabor dulce y una mayor predilección o preferencia por la comida de dicho sabor, lo cual indica la existencia de una relación inversamente proporcional entre el índice de masa corporal y la capacidad para percibir lo dulce”, indicó el doctor Téllez.
El desarrollo de la obesidad está acoplado al deterioro progresivo en el sistema neuronal de recompensa relacionado con una disminución en el número de receptores dopaminérgicos D2 en el cerebro, los cuales podrían ser responsables de que los sujetos obesos coman de más.
Estas evidencias indican la importancia que tiene en la regulación de la conducta de ingesta el cerebro, el cual está en constante intercomunicación con el resto del cuerpo y, de alguna manera –aunque todavía no se conocen con exactitud cuáles son los mecanismos–, es consciente de cuál es el estado metabólico del individuo; es decir, cuáles son sus necesidades energéticas, si ha comido, si no ha comido, si tiene hambre, cómo comer y cuándo dejar de hacerlo.
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Foto: Miguel Ángel Valle
CURRÍCULUM |
LUIS A. TÉLLEZ
» Doctor en ciencias bioquímicas por la Facultad de Medicina-UNAM.
» En 2009 fue reconocido como Young Scientist Program Fellowship of 21st IUBMB International Congress of Biochemistry and Molecular Biology.
» Actualmente, realiza una estancia posdoctoral en el Departamento de Farmacología, en el CINVESTAV-IPN.
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RODRÍGUEZ POMPA, Lesly Jocelyn. “Obesidad y actividad cerebral. Entrevista a Luis A. Téllez, investigador del Laboratorio de Neurología del Apetito del CINVESTAV-IPN". Revista Ciencia y Desarrollo, Agosto 2010, vol. 36, no. 245, p. 14-15. ISSN: 0185-0008
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RODRÍGUEZ POMPA, Lesly Jocelyn. “Obesidad y actividad cerebral. Entrevista a Luis A. Téllez, investigador del Laboratorio de Neurología del Apetito del CINVESTAV-IPN " [en línea]. Revista Ciencia y Desarrollo, Vol. 36, no. 245, Agosto 2010. Disponible en: Colocar URL [Consulta:Día-Mes-Año].
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