Arrebatar un viejo libro a los sombríos anaqueles y reeditarlo es, en cierta forma, resucitarlo, hacer que su luz –quizás eclipsada por el olvido– se proyecte en otra era para interpretar con nuevas miradas, la cultura, el utillaje mental e intelectual de su tiempo.

Este es ya motivo suficiente para celebrar la iniciativa de la doctora María de la Paz Ramos Lara de crear e impulsar la Biblioteca Mexicana Historiae Scientiarum, verdadera tarea no sólo de salvación del olvido de joyas de la literatura científica, como ella ha definido a esta misión, sino ante todo un quehacer que demanda vasta erudición y fina sensibilidad de quienes se aventuran en la exploración y rescate de semejantes tesoros.

La polémica de la ciencia y las humanidades, así como la lucha entre científicos y humanistas es, en el fondo, una invención.

La disputa es tan añeja que se ha olvidado el momento en el que comenzó a distanciarse la relación de unos con otros. Estas son algunas consideraciones que el científico Stephen Jay Gould vertió en el trabajo Érase una vez el zorro y el erizo. Jay Gould, uno de los más destacados divulgadores de la ciencia, entró con la cuña para indagar sobre el divorcio que surgió durante el nacimiento de la Revolución Científica.