Con alguna frecuencia resurge, en ciertos medios de comunicación, la idea de que resulta factible conocer tanto el carácter como las capacidades laborales y las tendencias morales de las personas a través de ciertas pruebas sencillas, que nada tienen que ver con el funcionamiento del cerebro de las personas analizadas.

Dichas nociones van desde lo abiertamente mágico, como es la lectura de las líneas de las manos, a lo especulativo y fantasioso, como la lectura de las prominencias del cráneo de los sujetos tal cual lo postula la frenología, o bien, con las características del rostro, como las señaladas por el legendario criminalista Cesare Lombroso.

Todo este tipo de propuestas han sido desacreditadas mediante diversos estudios clínicos bien fundamentados. No obstante, subsiste hoy la aseveración de que resulta posible conocer las capacidades laborales, de personalidad y hasta morales de las personas al analizar los rasgos de su escritura. Esta es la base de la grafología como herramienta de diagnóstico personal.