Hace un año, anunciamos en este espacio que, gracias a la dedicación de un joven ingeniero electrónico japonés, se desarrolló la tecnología de estado sólido necesaria para producir el diodo emisor de luz (LED)1
azul brillante, indispensable en la generación de luz blanca.
Esta luz es capaz de superar en eficiencia y duración a las lámparas fluorescentes, no digamos ya a las lámparas incandescentes que fueron la base para la iluminación durante el siglo xx. La genialidad fue del ingeniero Shuji Nakamura quien consiguió, en una pequeña fábrica japonesa purificadora de fósforo, lo que los grandes laboratorios de investigación del mundo entero no habían logrado; el modesto punto de partida fue un compuesto a base de galio que había sido desechado por aquellos grandes laboratorios.
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