“Yo no me siento orgulloso de que en Europa haya más de cien grandes telescopios mirando al cielo, mientras que en mi país no haya uno solo”.
John Quincy Adams*
La supremacía en la investigación astronómica a base de telescopios ópticos ha cambiado una vez de continente en los últimos doscientos y pico de años y parece estar por cambiar una segunda vez.
Indudablemente los dos grandes telescopios reflectores (de espejos) instalados en Inglaterra –uno justo a fines del siglo XVIII, de 1.22 metros de diámetro, construido por W. Herschel, y el segundo, ya en el siglo XIX, por Lord Rose, de 1.83 metros de diámetro– y los instrumentos que les siguieron en el continente europeo, como los telescopios refractores (de lentes) de Fraunhofer en Alemania y otros muchos, marcaron en aquel tiempo la superioridad astronómica europea y posibilitaron grandes descubrimientos: el de Urano en 1781 (Herschel), y la primera determinación de la distancia a una estrella en 1838 (Bessel), por mencionar algunos.
* Sexto presidente de los Estados Unidos, cuyo periodo
transcurrió de 1825 a 1829.