Aunque es discutible la existencia de un riguroso método científico, de manera general el proceso consiste en: analizar el problema, experimentar, interpretar y comparar resultados para, finalmente, reportar (publicar). Pero no es tan sencillo. Se debe trabajar siempre a favor de productos reproducibles, es decir, resultados que cualquiera pueda obtener siguiendo el mismo procedimiento.

Antes de reportar avances e interpretaciones, es indispensable comprobar teorías, sin dar nada por hecho, ya que la calidad del trabajo científico deberá ser verificada por un ejército de rigurosos especialistas en todo el mundo.

La recompensa es ver publicados los resultados y, mejor aún, saber que se están utilizando como referencia para nuevas investigaciones o como base de nuevos proyectos. Así se construye la ciencia, cambiando un grupo de ideas buenas por otras mejores. Incluso, equivocarse es parte fundamental del avance científico. El investigador debe tener la libertad de explorar todas las posibilidades; también debe saber para qué está ahí la ciencia y de qué nos puede servir.

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