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SERGIO CABRERA CRUZ Y RAFAEL VILLEGAS PATRACA |
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Radares, ángeles y pájaros |
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Un radar permite conocer la ubicación y/o trayectoria de los objetos que detecta, aunque éstos se encuentren a gran distancia, pues la señal emitida viaja a la velocidad de la luz, por lo que la detección ocurre en tiempo real, esto es: los objetos detectados están ahí donde y cuando lo indica el radar.
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Los radares, esos que vemos a menudo en películas, detectando la presencia de barcos o aviones, fueron inventados durante la Segunda Guerra Mundial, con la finalidad de descubrir incursiones de naves enemigas.
El principio de su funcionamiento es relativamente sencillo: un radiador genera una señal electromagnética, la cual es emitida a través de una antena, viaja por el aire y rebota, al chocar contra algún objeto. Esta señal rebotada se llama eco y es captada por la misma antena que, a su vez, está conectada a un monitor donde se muestra la ubicación del objeto detectado. Si el objeto está en movimiento, entonces en el monitor se observa un rastro, es decir, la serie de ecos producidos por el objeto al ser detectado en repetidas ocasiones por la señal del radar.
Así, un radar permite conocer la ubicación y/o trayectoria de los objetos que detecta, aunque éstos se encuentren a gran distancia, pues la señal emitida viaja a la velocidad de la luz, por lo que la detección ocurre en tiempo real, esto es: los objetos detectados están ahí donde y cuando lo indica el radar.
Debido a las circunstancias en las que esta tecnología fue estrenada, los primeros operadores esperaban que todos los objetos detectados fueran aviones o barcos; sin embargo, en ocasiones, el radar mostraba la presencia de objetos, cuando no había ni los unos ni los otros. Imaginen esta escena, en algún cuartel militar donde estaban estrenando, muy orgullosos, su más reciente innovación tecnológica:
—¡Capitán! ¡Aquí hay algo extraño! El radar me indica la presencia de un blanco aéreo, pero nuestros observadores nos informan que ¡no hay nada!
—¿Qué cosa? Pero, si estos aparatos son nuevos ¡no me diga que están descompuestos!
No estaban descompuestos. El radar, diseñado para detectar aviones enemigos, empezó a mostrar que algo se aproximaba, pero el cielo estaba completamente despejado. ¿Qué sucedía? ¿Qué eran esos objetos misteriosos?... Y es que, a pesar de ser una gran herramienta, el radar tiene la desventaja de no identificar los objetos que detecta, por ello se les llama blancos u objetivos.
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Septiembre - Octubre 2012 |
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