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Acercar al público infantil a la ciencia de una manera amena y divertida es, en verdad, una aportación valiosa que los científicos pueden hacer |
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Mi participación en el área de divulgación de la ciencia y, en particular, para niños, fue totalmente inesperada, pues, aunque ya había colaborado para Ciencia y Desarrollo, dando a conocer la investigación que he venido realizando con niños catalogados como disléxicos, posteriormente, fui invitada de nuevo a participar, pero en tal ocasión, para la elaboración de un texto dirigido a niños lectores del suplemento Hélix. ¡Qué predicamento!
No podía negarme a colaborar, en primer lugar, porque una de las metas más anheladas para un investigador es que su trabajo se conozca y se difunda, no sólo entre sus pares, sino que llegue al público en general, sobre todo tratándose, como en este caso, de un tema de psicología que aborda un problema que incide en el área educativa y afecta a cientos de niños en las escuelas. Sin embargo, ¿cómo abordarlo?, siendo ya de por sí difícil explicar a lectores adultos, no relacionados con el tema, este tipo de cuestiones…; hay que seleccionar las palabras y buscar la forma más sencilla y directa para hacerse entender, sin quitar exactitud.
Pero, ¿cómo dirigirse a un público infantil?, ¿cómo captar su atención y motivar a los niños para comprender la importancia del tema, además de mantener su interés y lograr que concluyan la lectura habiendo recibido una información confiable...? Ah, y un reto más: concluir con algo grato que les arranque una sonrisa y les permita relacionar la información ofrecida con los hechos de la vida cotidiana, de una manera sencilla, ligera y amigable.
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