Alternativas de tratamiento
El tratamiento de la obesidad -como el de todas las enfermedades crónicas- tiene diferentes niveles. Por un lado está el cambio de hábitos dietéticos, el aumento de la actividad diaria, la reducción del apetito con medicamentos, las terapias de grupo o grupos de autoayuda (comedores compulsivos). Se llega a extremos como las cirugías para reducir el tamaño del estómago y se conecta a un asa intestinal (cirugía bariátrica); incluso, actualmente ya se están realizando trabajos con estimulación cerebral profunda en regiones del hipotálamo.
Ningún procedimiento es milagroso y exige mucho esfuerzo, pues con todo lo anterior, el paciente obeso sigue teniendo hambre. En los Estados Unidos se ha empezado a hacer un tipo de intervención quirúrgica, en la cual se coloca una especie de marcapaso que se conecta al hipotálamo para modular el hambre; no se puede cortar o interrumpir del todo ese circuito, porque es vital; su inhibición total llevaría al otro extremo, a la anorexia, y todos los extremos son malos. Por esta razón, aún es prematuro saber si este procedimiento funcionará y si su aplicación será éticamente adecuada.
Podríamos pensar que la epidemia de obesidad es sólo de los países industrializados, altamente desarrollados, pero no es así. En el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición "Salvador Zubirán", se ve a estos enfermos caminar lentamente, con dificultad, ahogándose de fatiga, con las rodillas y piernas hinchadas, buscando una solución a la enfermedad que abarca todo su cuerpo, pero es en su cerebro averiado donde se encontrará la solución.
Un detalle más, los gordos, los gorditos, son seres que paradójicamente tienen un buen sentido del humor, quizás un poco al lado del humor negro, con el cual se enfrentan a la dureza de su condición. La imagen del gordo bonachón y sonriente es real, quizá se rían de la contradicción de sus vidas. Ellos viven para comer y al hacerlo una y otra vez, se acorta su existencia. |
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