Comer hasta morir
En la película La gran comilona (La Grande Bouffe, Francia/Italia, 1973) del director Marco Ferreri, los personajes principales deciden morirse en los excesos y van muriendo rodeados de comida y mujeres. La ingesta de manjares es constante y no se detiene.
En el caso de los obesos, ocurre algo similar, aunque en forma más lenta, pero inexorable. Se trata de una enfermedad crónica y, como todas ellas, es controlable pero no curable. Este calificativo nos hace considerar a estas personas en otro nivel. No es una falla de carácter, no es una debilidad de los impulsos, tampoco un vicio, es una enfermedad costosa, tanto en lo económico como en la calidad de vida para los enfermos y sus familiares.
Algunas de las complicaciones que se observan en la obesidad extrema o mórbida son diabetes, cáncer, apnea del sueño, hipertensión arterial, hipertensión pulmonar, lesiones en rodillas y columna vertebral, depresión mayor y ansiedad social (miedo excesivo a la crítica de los demás). Estos dos últimos factores pueden hacer que la persona obesa se encierre, y que su único satisfactor sea, precisamente, seguir comiendo.
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