 |
Con la forma y tamaño aproximados de una credencial, esta hoja artificial incorpora células solares y de combustible para funcionar con hidrógeno y oxígeno, la cual fue diseñada en el MIT, para producir energía (www.noticias21.com). |
|
Los siete mil millones de personas que habitamos este planeta tenemos derecho a una buena calidad de vida, capaz de impulsar el desarrollo humano y permitir que las actividades económicas, comerciales y productivas nos sean satisfactorias; situación que se puede lograr si mantenemos un equilibrio entre la producción y el consumo de nuestras fuentes de energía.
El ser humano, en el curso de su historia, ha utilizado sucesivamente diferentes recursos energéticos. Al principio, y durante milenios, la energía solar fue la única fuente de energía disponible. Con el descubrimiento del fuego, la fuente de energía en forma de calor fue cubierta por la combustión de la madera.
Nuestros antepasados, para obtener energía mecánica, recurrían a su propia fuerza muscular y a la de los animales que domesticaban. En el siglo XVII, la madera fue reemplazada por el carbón, que se impuso inicialmente como una fuente de energía térmica y, posteriormente, como una fuente de energía mecánica para el impulso de las máquinas de vapor. El carbón hizo posible la Revolución Industrial, y su producción fue en aumento a lo largo del siglo XIX, superando los mil millones de toneladas a principios del XX, situación por la cual el XIX es considerado “el siglo de la máquina de vapor”. El impulso en la extracción del petróleo se inició a principios del siglo XX, y la transformación hacia la era de los combustibles fósiles ocurrió más rápido que cualquier otro cambio de fuente de energía en la historia de la humanidad. El XX es considerado el siglo de las máquinas de combustión interna.
Con la generación de energía a partir de la quema de los combustibles fósiles, estamos heredando a las siguientes generaciones un planeta en situaciones catastróficas, debido a la contaminación del aire, los ríos y los suelos, con un calentamiento global que ha traído como consecuencia sequías, huracanes e inundaciones en lugares impredecibles. Por cada átomo de carbón que extraemos del subsuelo y transformamos en su etapa final en energía, emitimos a la atmósfera una molécula de dióxido de carbono, por lo que se hace indispensable reemplazar la quema de compuestos que contienen carbón por un combustible limpio, generado a partir de fuentes de energías renovables, como: solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa, de mareas o, incluso, de no renovables, como la energía nuclear, en la cual no se presenta emisión de gases contaminantes a la atmósfera y cuyos desechos se confinan en sitios seguros.
|