El conocimiento alcanzado por las ciencias biológicas ha permitido comprender y descubrir aspectos fundamentales
de la medicina y la genética; gracias a su avance ha sido posible identificar a los actores principales de diversos procesos biológicos vitales para sustentar la vida, y con ello se ha logrado descifrar gran parte de los distintos misterios sobre los orígenes de la vida, los cuales por mucho tiempo tuvieron un componente místico.
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Así, un conjunto de conocimientos fundamentales en las ramas de las ciencias biológicas se ha acumulado para conformar una caja de herramientas que las disciplinas de la ingeniería pueden usar para crear tecnología. Nos encontramos entonces en un momento que conduce a una revolución tecnológica, y más específicamente biotecnológica, a partir de la cual se vuelve la cara hacia la biología para aprender de los sistemas vivos que tienen millones de años de evolución.
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Instituciones que han liderado las revoluciones tecnológicas de los últimos años como, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y las universidades de Harvard, Boston y Oxford, han estimulado la creación de nuevas disciplinas biotecnológicas
(figura 1) y pronostican que las nuevas disciplinas obtendrán logros sin precedentes como el diseño de seres vivos (con características deseadas y controladas) o la solución a problemas tan relevantes como el energético, el médico y el desabasto global de alimentos.
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