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Juan Carlos Raya PÉrez

EN BUSCA DE FUENTES ALTERNAS DE ENERGÍA

Fotoceldas

La cantidad de energía solar que llega a la Tierra en un solo día es mayor a la que la humanidad podría gastar en 30 años. Por eso, uno de los sueños ha sido poder atrapar y aprovechar la luz del Sol. Una forma de hacerlo es mediante el uso de celdas solares construidas a base de silicón; sin embargo, su construcción requiere de alta tecnología, lo que incrementa mucho su costo y los rendimientos son todavía muy bajos. Además, para aquellas celdas cuya elaboración incluye platino, se necesitaría producir 30 veces la cantidad actual de este metal para satisfacer la demanda. Así, se calcula que en los Estados Unidos sería necesario contar con 26,000 km2 de celdas solares para poder proveerse de energía. Ahora bien, si tales celdas se colocaran en el espacio se requeriría sólo una cuarta parte, pero habría que calcular, entre otras cosas, el costo del lanzamiento.

Una innovación recientemente publicada, consiste en la introducción de un colorante, adsorbido sobre una capa de oro que está a su vez colocado sobre una capa de dióxido de titanio (TIO2). En esta celda, los electrones fluyen libremente desde el semiconductor (TIO2) hasta la capa de oro, impartiéndole una carga ligeramente negativa y quedando, por lo tanto, el TIO2 con carga positiva.

Cuando el colorante absorbe, la luz los electrones fluyen hacia la capa conductora de metal y, si absorbieron suficiente energía, llegan a la banda de conducción del TIO2, que los transfiere al soporte de titanio, el cual actúa como el colector de corriente. Los electrones perdidos por el colorante son repuestos desde el oro.

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