En cuanto al reino vegetal, la exposición de plantas en crecimiento a campos magnéticos modifica la orientación de las raíces.
La magnetorrecepción también ha sido estudiada en el comportamiento de aves, tortugas, langostas, abejas, topos, truchas, entre otros. Los animales usan a la magnetita como brújula magnética para conocer la dirección y la intensidad del campo geomagnético, información que forma parte de su mapa de navegación. Por otro lado, las condiciones magnéticas de ciertas regiones permiten a las aves, tortugas marinas y langostas, identificar sitios familiares para protegerse, alimentarse o procrear.
En las aves se han encontrado dos mecanismos de magnetorrecepción, uno mecánico y otro químico. El primero depende del cambio de magnetización de partículas de magnetita localizada arriba del pico y les proporciona información sobre su posición en el espacio. La magnetorrecepción química involucra la formación de radicales libres2 en presencia del campo magnético; estas reacciones químicas ocurren en el ojo derecho y les sirven como brújula para la orientación direccional.
Inicio
Origen del electromagnetismo
Recepción y orientación espacial
Efectos a escala celular
Aplicaciones clínicas
¿Existen riesgos?
Bibliografía |
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