La producción de
hidrógeno
Son tres las principales fuentes de hidrógeno:
combustibles fósiles, agua y biomasa. A continuación
las analizamos.
Hidrógeno a partir
de combustibles fósiles. Se puede
producir hidrógeno a partir de cualquier
combustible fósil, aunque algunos son más
adecuados por tener en su estructura una mayor proporción
de dicho elemento. En tal sentido, el primer lugar
pertenece al gas natural o metano (CH4)
ya que en el proceso llamado reformación
se utilizan catalizadores, vapor de agua y mucho
calor para separar los átomos de H2
de la molécula de CH4.
También puede producirse con el método
de gasificación de carbón. El carbón
se sobrecalienta en ausencia de oxígeno,
y se obtiene un gas de síntesis con H2
y CO2, el cual se separa y limpia para
eliminar impurezas, con lo que obtenemos hidrógeno
puro.
Hidrógeno a partir
de agua. El método para separar el
agua en sus componentes (H2 y O2)
es la electrólisis, en la cual la corriente
eléctrica fluye del cátodo al ánodo,
y disocia la molécula de H2O.
Si la fuente generadora de electricidad es renovable
(solar o eólica), la electrólisis
no produce emisiones contaminantes. En la actualidad,
estas técnicas se encuentran en proceso de
desarrollo (imágenes
4
y 5).
Hidrógeno a partir
de biomasa. Son muchas las tecnologías
existentes para convertir biomasa en H2;
por ejemplo, su gasificación a alta temperatura
–semejante a la del carbón–,
su tratamiento anaerobio mediante microorganismos,
o la pirólisis (descomposición térmica
de un material en ausencia de oxígeno) del
petróleo a muy altas temperaturas. El gas
resultante puede pasar por un proceso convencional
de reformación.